Por alguna extraña asociación de memoria, al extenderse ISIS -o EI (Estado Islámico) como ahora se denomina- me viene a la mente la declaración del profeta Oseas (8:7). ¿Qué fue lo que sembramos?   

2003: Evangélicos americanos apoyan a la invasión de Iraq…  

Misioneros cristianos estadounidenses han declarado una «guerra por las almas» en Irak, diciendo que la ocupación liderada por Estados Unidos abrirá una «ventana de oportunidad» histórica.

Los grupos cristianos están llegando al país, que es 97 por ciento musulmán, teniendo Biblias en árabe, videos y panfletos religiosos diseñados para «salvar» a los musulmanes de su religión «falsa». La Junta de Misiones Internacionales de los Bautistas del Sur hizo un llamamiento a los 16 millones de miembros de su iglesia, la denominación protestante más grande en Estados Unidos.

«Los bautistas del sur hemos orado por años que Irak de alguna manera se abriría al evangelio,» comenzó su apelación,  agregando. «Debemos entender que hay una guerra por las almas en curso en Irak».

Jerry Vines, ex jefe de la Convención Bautista del Sur, ha descrito al profeta Mahoma como un «pedófilo obsesionado por demonios». Franklin Graham, hijo de Billy Graham y el jefe de Bolsa del Samaritano, un gran donante a Irak, ha descrito el Islam como una «muy mala y perversa religión».

Jon Hanna, un evangélico de Ohio que ha regresado recientemente de Irak, habló del trabajo de los equipos misioneros.  Uno, de Indiana, había enviado 1,3 millones de folletos cristianos. Los misioneros estadounidenses admiten que los musulmanes son conversos duros, Antes de ir a Irak, el Sr. Hanna estudió manuales de formación cristiana y asistió a un seminario para misioneros en el mundo árabe. «Cuando viajé llevé 8.000 Biblias en árabe, pero el objetivo es repartir un millón.»  Durante su guerra a Iraq, Estados Unidos lanzó 29,900 ataques aéreos sobre el país, entre ellos 13,000 armados con bombas racimo, que corresponden a cerca de 2 millones de bombas individuales (fuentes: Cluster munition, lraq 2003-2006 y David Swanson, Iraq War among World´s Worst Events ColdType eReader, 2013.)  

No sé cuántas Biblias lograron repartir, pero estoy bastante segura que las bombas las superaron en número por mucho.

2003-2014: Una siembre de sangre

EIraq 2003-2013l resultado, fácilmente previsible para cualquier persona con un mínimo de sentido común, sorprendió a los buenos cristianos evangélicos de América: sacando los cadáveres mutilados de sus hijos debajo de los escombros de sus hogares, los corazones iraquíes no fueron capaces a identificar el «mensaje de amor»; su dolor e indignación comenzó rápidamente a extenderse aún contra aquellos de sus compatriotas que profesaron la misma fe de los agresores. Después de 2000 años de presencia constante en la región, los cristianos nativos no lograron desvincularse de la imagen nefasta del cristianismo occidental.

La «ventana de oportunidad histórica» terminó siendo el fin de las posibilidades y el fin de muchos cristianos también.  El apoyo evangélico aseguró la prolongación del gobierno Bush y, con este, de la guerra a Irak.  Pero de alguna manera, las bombas que fueron lanzadas con su aprobación hablaron más alto que los tratados.

2014: Una cosecha de sangre

Iraq 2014Al destruir el régimen de Saddam Hussein bajo el pretexto de mentiras (relación Hussein-Al Quaeda, posesión de armas químicas) y principios inmorales (guerra preventiva) Estados Unidos jugó también la carta de la división musulmana en sunitas y chíitas, esta vez favoreciendo a los chiítas de Irak, así como décadas atrás había favorecido a los sunitas cuando esto les aseguraba el dominio de los recursos petroleras (guerra iraquí-iraní 1980-88). Como reacción a la exclusión de los sunitas del poder político que habían gozado antes de la invasión se organizó cada vez más una resistencia de fuerzas radicales sunitas que además puede contar con la simpatía (manifestada en dinero) de sectores en países vecinas.

Lo que no sembramos

Uno creyera que con el pasar del tiempo las personas aprendiéramos a discernir entre causas (la siembra) y efectos (la cosecha). De hecho, no es así. Tampoco aprendimos una de las primeras reglas de la lógica: no generalizar. Los ciudadanos colombianos que por tanto tiempo han sido víctimas de la generalización («Todos los colombianos son narcotraficantes»), deberían comprender mejor que ni es justo ni sensato ni provechoso juzgar una mayoría según los actos de una minoría, tan llamativos que puedan ser. No todo musulmán es partidario del terrorismo, más bien condena a los actos que manchan la imagen del Islam. Los estados árabes, vecinos de Irak, temen con razón que el movimiento pudiera extenderse hacia ellos. Así como Arabia Saudita era víctima de Osama Bin Laden y Al Quaeda antes de naciones occidentales,  así también son ellos los que sentirán los estremecimientos de la revolución islámica en su interior.

Sería un error garrafal de no ver o comprender las diferencias de fondo que existen entre musulmanes y musulmanes. Sería el desconocimiento de nuestra propia identidad clamar por venganza. Dejemos de hacerle el juego a los vendedores de armas (de todas las naciones y religiones), dejemos de  seguir sembrando viento, recordemos que sólo un musulmán vivo puede ser un musulmán evangelizado y que sólo un musulmán amado puede ser un musulmán convertido.  

Mientras confundamos conquista  militar con conquista espiritual, mientras sembramos odio en lugar de amor o mientras no sembramos sino nuestra indiferencia arrogante en lugar del evangelio… nos seguirá alcanzando la cosecha.